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Empieza una
nueva etapa en mi vida. La oportunidad llamo a mi puerta y decidí abrir.
El problema
fue que la oportunidad llamo a mi puerta muchas veces y cuando la abrí vi que
incluía trabajo, dedicación y tiempo... entonces la volvía a cerrar.
Me pase la
vida esperando que la solución a todos mis problemas llegara a mi puerta. Y no
me había dado cuenta que la tenía en las manos.
Me he
enfrentado con varias dificultades a lo largo de mi vida: fui criada en una
familia muy pobre, con cero ambiciones, con muchísimas necesidades.
Mis padres
son muy buenas personas, honestos, cordiales, y “que no le hacen mal a nadie”…
pero no se animaron a vivir la vida en total plenitud, y no me enseñaron a
vivirla tampoco.
Cuando fui creciendo
un fuego en mi interior me gritaba que saliera de ahí, que ese no era mi lugar,
que yo estaba destinada a algo mucho mas grande. Ese llamado estuvo siempre en
mi, pero me costo muchísimo tiempo encontrarlo.
Hoy lo encontré.
Finalmente abrí la puerta de mi destino y todo empieza a tener sentido. Yo
sabia que todas las áreas de mi vida en la que “soy buena” tenían una conexión entre si,
pero me fue muy difícil encontrarla. Todas las ideas, pasiones, aptitudes, y fortalezas
que me hacen única, de pronto tienen sentido y un hilo conductor.
Esta semana
me llego un link de un video sobre marketing… (“marketing?”)... sep. Marketing.
Tema del que sé absolutamente NADA. Lo que me llamó la atención es que me llegó
por medio de una lista de correo del Dr.
Dyer Wayne, el renombrado escritor de libros de autoayuda, espiritualidad,
y psicología. ¿Qué tiene que ver marketing con espiritualidad? Me pregunté… y
entre a ver el video… y me cambio la vida. Pero seguiré con este tema mas
adelante.
Lo que despertó
en mi ese video fue esa pasión por ayudar. Ese fuego que yo tenia adentro, que
fui forjándome con miles de libros, información, y mi experiencia de vida. De
golpe todo empezó a tener sentido. Todo lo que tengo, lo que soy, lo que me
falta y lo que quiero de la vida se transformo en una misión y un desafío. Llegó
el momento de entrar al mundo, mostrar quien soy, de lo que soy capaz de
lograr, y de cambiar mi vida de forma total.
Pretendo
con estas palabras transmitir mi experiencia de vida, y ayudarte a cambiar tu
vida también. Yo lo hice y lo estoy haciendo. Tu puedes también.
El desafío
He superado
muchas cosas en mi vida. Supere la pobreza, supere el desarraigo, supere la depresión.
Pero tengo una materia pendiente: superar mi sobrepeso.
Pasé muchos años renegando de mi
cuerpo. Desde que tengo uso de razón me recuerdo “haciendo dieta” o
lamentándome por no estar haciéndola. Siempre acomplejada, sin saber que ropa
ponerme para disimular mis grandes caderas. La imagen que me devolvía el espejo
era siempre desagradable. A través de los años he subido y bajado de peso, pero
nunca me gustó lo que mostraba el espejo. Cuando pesaba 60 kg, me lamentaba y
hacia dieta buscando pesar 55, algo que NUNCA conseguiría, ya que mi
contextura física es grande y mi “peso ideal” (de acuerdo a los estándares) es
entre 72 y 75. Pero eso no lo supe hasta años más tarde. Cuando rondaba los 25
años de edad, mi peso era de 75 kg, pero yo seguía pensando que era gorda! El
tiempo fue pasando, me case, tuve hijos y mi peso llegó a 100 kg. Siempre imaginando
que unos kilos menos me solucionarían todos los problemas de mi vida, entré a
un programa de Autoayuda. Cuando comencé, me dije que pesando 85 ya podía verme
bien y sentirme esplendida. Cuando llegue a 85, me dije: “todavía estoy gorda,
cuando pase la barrera de los 80 voy a estar bárbara… Llegue a 79, había bajado
20 kilos!! pero …”estoy segura que pesando 75 la cosa va a ser distinta…”
Hasta que hice un alto. Había bajado
20 kilos y sin embargo la imagen del espejo seguía pareciéndome espantosa! Y
seguía repitiéndome que bajando 5 kilos más mi vida combaría para siempre! Evidentemente
el problema no estaba en el número que marcaba la balanza.
Hoy, a mis 42 años de edad, estoy
otra vez cerca de los 100 kilos. Pero mi vida es completamente diferente ahora.
Estoy en un momento en que sé que mi fortaleza es infinita. Sé que uno puede
lograr cualquier cosa que se proponga. Sé que las excusas me tuvieron atada. Aprendí
que lo importante no es lo que marca la balanza, sino la salud espiritual y física.
Mi salud espiritual esta en uno de
sus mejores momentos y estoy lista para ayudarte en lo que necesites. Estoy
trabajando en varios libros que te van a servir, y de a poco vas a ir teniendo
acceso a ellos. Creo en la energía positiva. Creo que tenemos un propósito en
esta vida. Creo en las buenas y las malas “vibras”. Creo en Dios, creo en mí.
Mi salud física no está en su mejor
momento. Según los estudios médicos estoy “bien”, no tengo colesterol, no tengo
alta presión, ni ninguna complicación asociada a la obesidad. Pero según las
tablas de IMC (índice de masa corporal) tengo obesidad tipo I y eso “podría” derivar
en problemas en el futuro.
Como dije antes, yo se donde estoy,
sé quien soy y sé lo que quiero para mi futuro y una de las cosas que deseo
para cuando sea “de la tercera edad”, es poder viajar. Tengo dos hijos de 9 y
11 años. Criarlos demanda esfuerzo y dedicación full-time. Apenas tengo tiempo
para mí. (esto no es nada nuevo para todas las amas de casa que me están leyendo).
Por eso sueño con el momento en que mi esposo y yo seamos jubilados (palabra
que viene de “jubilo”) y tener la salud y el dinero para poder viajar y conocer
el mundo.
El dinero ya vendrá, estamos
trabajando para eso. La salud, necesito empezar YA. No quiero que llegue el
momento de poder viajar y no poder caminar por la muralla china porque me
duelen las piernas, no puedo caminar o me quedo sin aire.
Si bien ahora no tengo ninguna complicación
asociada con mi sobrepeso, estoy empezando a tener dolores en las
articulaciones, y me doy cuenta que si camino mucho mi tobillo se inflama. Tengo
caderas grandes, y estoy panzona. Lo cual se soluciona con ejercicio y dieta;
dos cosas que odio sobremanera.
Pero como bien dije al principio
este es un desafío. El desafío de superar esas excusas y ponerme en marcha.
Excusa 1: Soy sana, no necesito
hacer dieta ahora.
Excusa 2: odio la dieta y el
ejercicio
Excusa 3: …”para que tanto lio?,
mejor me quedo en donde estoy si total así estoy bien”
Mis excusas son validas. Tal vez las
tuyas también lo sean. Mi desafío es demostrarte que todo es cuestión de querer
salir de la inercia y desear sobre todo, que tu vida tenga un propósito. Mi objetivo, con este desafío, es ayudarte a salir de donde estas. Si yo lo hice,
tu también puedes hacerlo.
Voy a utilizar la experiencia
obtenida en la superación de mis otros obstáculos (pobreza, marginación, incomprensión)
para superar este desafío. Las excusas van a seguir estando ahí, pero son mi motivación
para hacerte salir a ti de tus excusas. Si yo puedo tú también puedes hacerlo.
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